19/03/2024
Nuestro Dios es uno

Ya estamos sumergidos en la oración y redescubriendo el Padre Nuestro. Conocemos la primera parte de la forma en que Jesús nos guió a orar en la voluntad de Dios. Vamos a seguir profundizando en esta serie redescubriendo el Padre Nuestro y entender porque nuestro Dios es uno.

«Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.» Hebreos 11:6.

Como siempre me gusta conocer el idioma original, es decir, lo que el escritor quería expresar en el contexto del capítulo. La palabra que se usa en el griego para referirse a «que le hay» es el verbo eimi y significa yo soy, existo. Se usa para referirse a algo que existe en medio de otras cosas que no.

Ya sabemos que Dios es uno. No hay otro como Él. El es único. El único Dios verdadero. Su nombre es YeHoVah y es el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesús el Mesías. Entonces debemos creer que existe y que el Es!. Es verdadero. En medio de un mundo que venera a otros dioses. YeHoVah es el único verdadero. Los demás son falsas imitaciones. Él premia a los que le buscan, a los que lo adoran y desean su favor en sus vidas.

Es así como, una vez que entendemos esto y lo aceptamos y dejamos que se arraigue en nosotros, podemos pedir el pan nuestro de cada día. Es que entendemos que esto se refiere a toda provisión tanto humana como espiritual sabiendo con certeza que Él sabe lo que necesitamos y tiene cuidado de nosotros. Ya no pedimos para nuestros propios deleites porque sabemos que, dejar que decida que necesidades suplir primero, es una de las muestras de confianza en Dios más gratificantes que hay.

Es una decisión que requiere de mucho carácter ya que representa una renuncia total de nuestro yo. Eso es algo que a Dios le place sobremanera.

Por este motivo Jesús (Yeshua) lo primero que nos enseño, luego de enseñarnos a orar, es que debíamos pedir el Espíritu Santo. ‘Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? ‘. Lucas 11:13.

Nuestra fragilidad hace que pidamos en la carne. No consideramos al otro. Solo buscamos saciar nuestras propias necesidades. Hay mucho que desconocemos pero el Espíritu Santo conoce hasta las necesidades más profundas que podemos tener. ‘Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ‘ Santiago 4:1-4.

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