19/03/2024
El pecado y las ofensas

El pecado y las ofensas son dos cosas distintas. Nuestros pecado es cubierto y nuestras ofensas perdonadas. Vamos a conocer con más profundidad en que consiste cada una de ellas.

Es importante entender estas diferencias porque el pecado y las ofensas son cosas diferentes. El pecado esta implantado en nuestro ADN desde que Adan peco contra Dios desobedeciendo. Es la mente dividida con la que todos nacemos. La palabra en hebreo es hā-’ā-ḏām que también se usa para definir a la humanidad. Adán cargaba con toda la base genética con la que sería creado cada ser humano a futuro a través de Eva cuyo nombre significa que era la madre de todos los seres vivientes.

Es una mancha en nuestra vida que solo pudo ser cubierta con la sangre derramada por el sacrificio de Jesus en la Cruz. El primer ejemplo de esto lo encontramos en Génesís 3:21. Al ser quitados del huerto del Edén Dios sacrifico animales para poder hacer vestiduras y cubrir a Adan y Eva.

Es impactante, nuestro creador, muy a pesar de que tomamos en poco su consejo y lo desobedecimos, decide hacer el primer sacrificio a modo de ejemplo de lo que habria de venir a futuro, el de su unigenito hijo Jesucristo quien se dió a si mismo y fue a la cruz una sola vez y para siempre, y alli cubrio con su sangre a todos los que creimos en el haciendonos justos delante de Dios, y con esto me refiero a toda la generación de hombres y mujeres adoptados por Dios como hijos y predestinados para ser salvos. Cristo murio una sola vez por nuestros pecados y nos cubrio de una vez por todas. La sangre de Cristo nos está limpiando continuamente. Su acción no tiene fin. La parte más difícil e imposible para el ser humano ya la hizo nuestro Señor. Dios se ocupo de cubrir nuestro pecado, nosotros debemos aceptar nuestra condicion, y dejar que seamos guiados a un verdadero arrepentimiento, para que luego de varias experiencias y procesos podamos entender que si Dios no hace una obra en nuestra vida, en vano trabajamos los seres humanos. Hoy la sangre de Cristo no solo cubre nuestro pecado. Lo limpia continuamente y para siempre. Es una acción continua que se ejecuta en nuestra vida en todo momento.

Las ofensas por otro lado las cometemos a diario y por lo general vienen en forma de malas actitudes y formas de pensamiento hacia los demas o nosotros mismos, aún contra Dios. Es por esto que Jesus nos enseña a orar y hace enfasis en que, nuestro Padre Celestial, perdone nuestras ofensas porque nosotros debemos perdonar a quienes nos ofenden. Las ofensas son deudas que, hasta que no perdonamos, las cargamos como una pesada mochila espiritual, y nos va quebrantando hasta que, luego de un proceso, nos es quitada y podemos perdonar.

El pecado original solo es perdonado por Dios al arrepentirnos y creer en el evangelio. De otra forma nuestra vida transcurre en condenación. Solo aquellos que creen y reciben a Cristo en su corazón pueden ser adoptados como hijos de Dios y ser vestidos con la sangre del cordero.

La parte más difícil e imposible para el ser humano ya la hizo nuestro Señor. Dios se ocupo de cubrir nuestro pecado, nosotros debemos aceptar nuestra condicion, y dejar que seamos guiados a un verdadero arrepentimiento, para que luego de varias experiencias y procesos podamos entender que si Dios no hace una obra en nuestra vida, en vano trabajamos los seres humanos. Algo mejor, hoy la sangre de Cristo no solo cubre nuestro pecado. Lo limpia continuamente y para siempre. Es una acción continua que se ejecuta en nuestra vida en todo momento.

Saber perdonar cuándo nos ofenden, aún a Dios cuando no entendemos sus procesos en nuestra vida, es el resultado de una verdadera experiencia de cambio promovida siempre por El Señor.

Entonces conocemos que hay una parte que depende de nosotros y otra que es una obra continua del Espíritu Santo en nuestra vida. Cada día seamos conscientes del amor de Dios hacia nosotros. Pensar de nosotros mismos con cordura es parte de reconocer nuestra necesidad de salvación y relación con nuestro projimo.

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